Sí, se extermina la magia pura,
se marcha la mínima alegría,
me embarga no poder llevarte a la luna
me ataca la maldita melancolía.
No tumbes este triste corazón,
pues está débil, está débil sin razón,
a un minuto de la muerte, quizá segundos
tal vez milésimas sin suerte.
Trataría de salvar lo único que queda,
llevarlo de urgencias a sanar,
reavivarlo y vendarlo con seda,
vendarlo y volverlo a recuperar.
Insensatas y estúpidas cosas de la vida,
miraba las montañas y sus rosadas cumbres,
minutos de silencio al velado suicida,
desde allá arriba caí y ahora estoy debajo de un derrumbe.
El sendero que ilustrabas con tus fantasías
se ha oscurecido,
se ha perdido,
no hay ya más geografía.
Soñaría estar arriba de los cielos y de allá nunca bajar,
allá está mi mundo, allá es dónde debo estar,
con los compañeros y teorías perdidas
con los deseos y sueños, maldita herida.
viernes, 4 de abril de 2008
No, no, no
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